lunes, 13 de julio de 2015

El ombligo en la madera

Imagen que habla por sí misma, tomada de citharaworld.blogspot.com.


Me confieso enamorado
de esa divina guitarra
sin cuerda aparente
que es el cuerpo femenino.

Con infinito y sumo cuidado
se tañe libre de amarra
con traviesos dedos de amante
y hondos suspiros de manso mimo.

Que ese cantar del oculto lado
a la sombra de una parra
gime de forma diferente
con un beso que evita el destino.

¡Ay! El vibrante filo delgado
de la trémula y seca jarra
desvela falsa costumbre latente
tras apurar el morado vino.

Con labios de brillo licuado
marca el ritmo que se narra
en esta danza de arena ardiente
para agotar el tiempo mezquino.

Quien la mañana abraza callado
y la pesarosa memoria embarra
es que o bien no sabe lo que siente
o nunca embistió al sedoso lino.

Sabrosos acordes de eco tallado
a fuego en la oscura y fría pizarra,
aquietad ahora mi perlada mente
de inquietas ideas con arco felino.

En las curvas me abandono anclado
aferrado con sinuosa y firme garra
a esa sempiterna forma candente
que vence al breve ardor mortecino.

La guitarra se adivina en múltiples fases de la vida, pero especialmente en la madurez femenina
Comparaciones para nada odiosas. Cogida prestada de www.comunidadumbria.com.

Lo mejor es que una guitarra hable por sí misma. Es lo que consigue Buddy Guy, con este "Slow Blues".


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