lunes, 6 de octubre de 2014

La puerta abierta

Preciosa imagen de los Pirineos desde Monrepós. Cogida de lasierradeguaramiperroyyo.wordpress.com 

Con toda la sinceridad del mundo, si estoy de acuerdo en que los ingleses dejen de colonizar Gibraltar y el Norte de Irlanda y que los escoceses hayan podido decidir sobre su separación política, administrativa y económica de Gran Bretaña, que al final se ha saldado con un "no" (el peso de la economía es del todo inconmensurable hoy en día y también se notaría en la Piel de Toro) ¿cómo no voy a estar de acuerdo con que los catalanes decidan igualmente su futuro en referéndum?
No sé si el efecto Escocia afectaría mucho a Catalunya, pero sí sé que la economía tiene un peso inmenso en cualquiera de esas dos zonas de Europa, que bien puede decidir sobre un referéndum...
Reconozco que es un tema espinoso, muy delicado, que incluso personalmente me divide y me rompe por dentro.
Es que, por un lado, los considero compatriotas, gente con la que comparto hondamente un pasado común de densas raíces profundas, una cultura colectiva y simultánea que no rechina si se dan la mano, idénticos colores en barra del trapo que es la bandera (al igual que Aragón, Baleares y Valencia) y un mismo territorio ubicado por debajo de los Pirineos (frontera extremadamente natural que ha separado a la Península Ibérica del resto del Viejo Continente y que le ha otorgado ese carácter que en buena parte todos nosotros tenemos y que también nos hace codearnos directamente con los vecinos lusos). Y, por tanto, me duele y me apena que se quieran marchar de una casa en la que hemos convivido durante siglos y que, al parecer, les da auténtico asco (al menos, a una parte significativa de los catalanes).
Además, personalmente en Catalunya cuento con un buen puñado de amigos y de conocidos.
Pero ésos son motivos meramente viscerales, de tripas y corazón, y basados en simples sensaciones y sentimientos y que están desligados de la razón (aunque, al fin y al cabo, son con los que el ser humano actúa de forma habitual).
Cada uno esgrime sus argumentos. Algunos más racionales que otros y otros más viscerales que algunos.
Por otro lado, y aquí está la parte "racional" si se puede llamar así de esta inane (por personal) reflexión, entiendo que la Constitución española de 1978 se forjó en una época muy determinada y de una concreta manera para buscar la mejor huida posible de una etapa muy oscura, atroz y densa de la Historia española, que forma parte ya del pasado (le pese a quien le pese), hacia la Transición democrática. Quizá por ese motivo el texto de la Carta Magna a día de hoy es muy posible que se haya quedado anquilosado, polvorientamente obsoleto y lejos del sentir de una nueva generación que se niega a que las cosas sean fijas e inamovibles y que no tiene ese viciado temor a que las cuestiones de peso puedan ser modificadas para adaptarse a los nuevos tiempos. A eso se le llama avanzar, progresar, evolucionar (palabras horrorosas en el sentido más humano de la palabra y chirriantes para un excesivo número de personas).
La relación de España con Catalunya es una especie de te quiero-te odio que se transmite de generación en generación.
Así, a bote pronto, y como primer cambio, me da la sensación de que el Siglo XXI va en camino de ser MUY diferente al anterior en todos los sentidos (por lo pronto, es de esperar que la primera diferencia se produzca ya en esta primera década, evitando una Guerra Mundial como la de 1914 a 1918 y de la ahora se cumplen ni más ni menos que 100 años*, aunque las cosas por Ucrania y Venezuela no pintan nada bien a estas alturas).
Echando un somero y ágil vistazo al globo terráqueo (donde hay oficialmente reconocidos 194 países, incluido Andorra) cualquier avispado puede darse cuenta de que hay casos similares al catalán, con mayor o menor intensidad, en todas partes: Quebec en Canadá, Bretaña en Francia, Chiapas en México, Chechenia en la Federación Rusa, Baviera en Alemania, las Islas Feroe en Dinamarca, Aland en Finlandia, Padania en Italia, Creta en Grecia, Algarve en Portugal, Silesia en Polonia, Frisia en los Países Bajos, Kosovo en Serbia, Crimea en Ucrania, Texas en Estados Unidos, Santa Cruz en Bolivia, Guayaquil en Ecuador, Zulia en Venezuela, Xinjiang en China, Sahara de MarruecosFlandes en Bélgica... ¿Sigo?
Siempre lo digo: las cosas con humor, entran mejor...
Incluso se llevaron a efecto algunos casos, de hecho, si bien duraron muy poquito. Ocurrió en Yucatán, uno de los 31 estados que conforman ahora México (muy conocido por las parejas de españoles recién casados que van a pasar allí la luna de miel —aunque muy poquita gente pasa de los 15 días), y que en 1841 declaró su independencia para vivir como Segunda República, pero su aventura duró sólo siete años.
Quiero decir con ello que no se acaba el mundo cuando se produce un cambio. Que los mapas se han ido forjando con las épocas y variando con la propia Humanidad. Cambios de nombres, fronteras que bailan, países artificialmente atados (Yugoslavia) que saltan en pedazos... Y la Tierra no ha dejado en ningún momento de girar (por cierto, ¿se está notando ya su desaceleración irremediable?).
Portada de la gloriosa revista gráfica Jueves sobre el sentimiento catalanista.
Personalmente tengo curiosidad (mucha) por conocer el sentir de mis compatriotas los catalanes, a los que durante años ha estado agobiando un estúpido (por quienes lo profesan, no por ellos, evidentemente) sentido anticatalanista que impide que alguien pueda estar tranquilo y a gusto en una convivencia. Es como si en una casa particular a uno de los hijos se le está llamando continuamente tonto y dándole collejas cada vez que se le ve; lo normal es que se acabe cansando de la situación y quiera marcharse cuanto antes mejor y lo más lejos posible. Lo contrario ocurre también: si te tratan bien, no te largas ni a tiros (en algunos casos bajo la intensa angustia de los progenitores).
Entre todos la mataron y ella sola se murió. ¿De quién es realmente la culpa? Alguien se rió de las palabras de David Trueba en la Gala de los Goya, cuando dijo aquello de "vayan a Catalunya y díganles que les quieren". Parece una idiotez, pero a lo mejor sirve de algo... 
Además, que yo sepa, una consulta (aunque sea del corte que pretende el señor Artur Mas; que yo denominaría "licuada") no implica separación. Sirve para conocer el calado de un sentimiento que siempre ha estado ahí y que nunca se ha hecho nada por remitirlo, apaciguarlo o eliminarlo desde el resto del país. Antes bien, se ha ido alimentando y engordando a base de desprecios y malas palabras. Una vez que se tiene conocimiento de ello (ya salga el "sí" rotundo; un "sí", pero "no"; un "no" poco convencido o un "no" de peso), habrá que analizar el resultado: Intentar descubrir las razones por las que ha salido y hasta entonar, en la medida que sea real, un "mea culpa" sincero y sentido; descubrir cómo enmendar la situación (y no a base de un malentendido nacionalismo español con el que personalmente no comulgo) y resolverlo de la mejor manera posible.

¿Cómo contempla el mundo la situación? ¿Con preocupación? ¿Con ironía? ¿Riéndose?
Para ello, nada mejor que bucear en su sentimiento independentista. ¿Por qué existe, realmente? ¿Razones de raza? ¿Son los catalanes una raza diferente al resto de hispanos o tienen en sus venas la misma mezcla que el resto? Algunos graciosillos dirían que en su caso predomina la fenicia, pero tienen prácticamente las mismas proporciones que la mayoría de los habitantes de tan peculiar Península (mucho de judío, algo de árabe, celtibérica en mayor o menor medida, porciones romanas, fenicias, visigodas, griegas, púnicas, irlandesas y hasta vikingas en ciertas zonas como Sevilla peculiarmente llamativa es la cantidad de rubios con ojos azules que hay en Hispalis o Galicia). No obstante, contamos entre los nuestros con espacios donde sí podría haber diferencias contrastadas de sangre, ya que a Euskadi, por ejemplo, no llegaron algunos de los ejemplos antes mencionados y mantienen una "pureza" (término repelente donde los haya aplicado a algunos conceptos) mayor en su sangre.
Hay catalanes que ven así la relación entre España y Catalunya.
¿Razones culturales? Es probable. En efecto, los catalanes tienen una forma de ver la vida diferente y particular que se ha ido forjando a través de la Historia. Pero eso mismo ocurre con todo el resto de comunidades autónomas. Es más, si me apuran, es en Andalucía donde se compendia un mayor peso de la Historia de la Humanidad de todo el país y, por tanto, una mayor concentración de motivos culturales por los que gritar bien alto una identidad propia andaluza. Por allí pasaron los primeros homínidos-humanoides-humanos que sobrevivieron a una atroz glaciación procedentes de África hacia Eurasia hace de esto un par de millones de años, que se dice pronto. Y no es que cruzaran de largo, precisamente. Se asentaron en la nueva tierra y tardaron un tiempo en expandirse hacia el Norte.
Evidentemente, no soy un experto, pero para comentar estas cosas me estoy basando en los recientes descubrimientos de este mismo mes (octubre de 2014) realizados en la Cueva del Ángel, de Lucena, y que señalan que los preneandertales que habitaron ese recinto en el Paleolítico cocinaban su caza, según unos restos fósiles localizados datados entre los 427.000 y los 130.000 años (hasta la fecha, el hogar entendido como fuego hogareño más antiguo datado en España corresponde al yacimiento valenciano de Cova de Bolomor, de hace unos 228.000 años). Chorradas aparte, la realidad es que las colonizaciones mediterráneas de la Península desde Coleo hasta los árabes se llevaron a cabo sobre todo por el Sur y acabaron dejando su huella profunda en el alma andaluza.
No hay que avergonzarse de que la "pela" es la que acabe inclinando la balanza en uno u otro sentido...
¿Razones económicas? Quizá empecemos a dar con la clave, y no es un motivo baladí. Tanto es así que ha terminado por derribar las aspiraciones de los escoceses a lo Braveheart. Creo que, de hecho, es la razón última de querer separarse del resto, a los que muchos en el Noreste consideran que son un lastre económico para el pleno desarrollo de su país, pero también puede ser el motivo final de que la aventura independentista pueda acabar estrellándose contra un muro de realidad conformado por sólidos euros.
En cualquier caso, y ocurra lo que ocurra, personalmente jamás dejaré de considerar compatriotas y tenerlos como propios con un orgullo indecible a los inconmensurables Salvador Dalí, Antoni Tapies, Joan Montcada, Josep María Pou, Ariadna Gil, Jordi Mollá, Joan Perucho y su deliciosa obra "Las historias naturales", Sergi López, Jordi Serrat, David Janer, Jordi Sánchez, Andreu Buenafuente, Joan Manuel Serrat, Lluis Llach, Kiko AmatRingo, Isabel Coixet, Ventura Pons, Bigas Luna, Albert Boadella, Enrique Granados, Felipe Pedrell, Montserrat Caballé, Xavier Cugat, María del Mar Bonet, Antoni Gaudí, Joan Miró, Josep Puig i Cadafalch y, por supuesto y por encima de todos, Brighton 64, Los Salvajes, Kamembert, Los Bretones, Sprays, Telegrama, The Pepper PotsLos Negativos con el genio Alfredo Calonge al frente, Profesor Merchan y todos los protagonistas del Mod-ernismo catalán, que son muchos y fastuosos.


* El centenario de la I Guerra Mundial será objeto de tratamiento en otra entrada porque quiero hablaros de un cómic titulado "Puta Guerra" y que es un reflejo bastante bueno de lo que pudo llegar a ser aquel horroroso espanto carnicero, en el que participaron algunos españoles (especial y curiosamente catalanes, que participaron con toda una brigada).


A continuación, una buena ristra de canciones de grupos catalanes, algunos de los cuales los he colgado ya en otras entradas del blog, pero como aquí soy mi jefe, hago lo que considero, siempre que sea para bien...




















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