martes, 30 de agosto de 2011

De Damas y Lunas


Dama Luna de dedos de fuego
que al mirar el espacio con tus ojos de diamante
das forma al alma del mundo con un simple beso.
Haz que por mí se pare el tiempo atrapado en relojes de arena
para vagar de tu mano por el palacio de estancias circulares,
donde tú resides,
allí donde reina la paz de eternas sonrisas y roces leves
de rosas naciendo sin prisas.
Dama Luna de amaneceres dorados
que con tu aliento de plata blanca fundida
quiebras la tristeza reflejada en el espejo denso de la gravedad.
Haz que me aplaste la severa existencia con su peso
de generosa madre muerta y flote en el mar verde de la alegría,
donde tú nadas,
en ese cálido seno relleno de vida y gozosos placeres
de mojados sueños viajando en la brisa.
Dama Luna de realidad imaginada
que por tu mera presencia de tierna amistad
la luz divide las sombras de los vanos honores sin nombre.
Haz que me abran refugio en los perdidos rincones de la dormida memoria
para gritar que ha muerto vencida la soledad de la sangre,
donde tú te agitas,
por caminos que se posan suaves en el polvo de una playa sin espuma
y protegida por el perfume de tu risa.


Córdoba, 19 de diciembre de 1998.



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